RENOVACIÓN CARISMÁTICA

La historia de la Renovación Carismática Católica está unida al Concilio Vaticano II y al papel que en él se asigna a los laicos dentro de la Iglesia. En l961, Juan XXIII lo convocaba orando así al Espíritu Santo: «Renovad en nuestra época, como en un nuevo Pentecostés, vuestras maravillas…»  

En España tiene sus comienzos hacia 1972. En Ciudad Real comenzó hacia el año 1977. Las primeras reuniones del grupo se realizaron en la Parroquia de Santo Tomás, participando algunas religiosas, algunas personas pertenecientes a esa parroquia y personas de la Parroquia de San Pedro, convocadas a través del confesionario, por el Padre claretiano Daniel Unzúe. Al poco tiempo se trasladó, el grupo, a la parroquia de San Pablo y por último, unos meses después, se instaló en la Parroquia de San Pedro (domicilio de los claretianos por aquel entonces), donde permanece definitivamente hasta el día de hoy.  

Son grupos que, impulsados por el Espíritu Santo, quieren vivir la Buena Nueva del Evangelio dando al mundo un testimonio de esperanza.  

Casados, solteros, religiosos, jóvenes y gente de edad – personas de todas las clases sociales, de todas las pobrezas- se reúnen para alabar al Señor y reavivar los dones y carismas de las primeras comunidades cristianas.  

Juan Pablo II la definió como «Una manifestación elocuente de la vitalidad siempre joven de la Iglesia, una expresión vigorosa de lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias, al final del segundo milenio».  

La finalidad de la Renovación Carismática es el redescubrimiento de la Gracia Bautismal y de la propia Identidad Cristiana, que consiste en:  

– Promover una conversión personal, madura y continuada a Jesucristo nuestro Señor.  

– Propiciar una apertura decisiva hacia la persona de Espíritu Santo, su presencia y su poder.  

– Fomentar la recepción y el uso de los dones espirituales (carismas), no solamente en la Renovación Carismática sino en la Iglesia entera. Su justa comprensión y su correcto uso, en armonía con otros elementos de la vida de la Iglesia, son una fuente de fuerza para los cristianos en su camino hacia la santidad y en el cumplimiento de su misión  

– Animar la obra de evangelización en el poder del Espíritu Santo, incluyendo la evangelización de quienes no pertenecen a la Iglesia. La revangelización de los cristianos, la evangelización de la cultura y de las estructuras sociales. La Renovación promueve especialmente la participación en la misión de la Iglesia, proclamando el Evangelio con palabras y obras, y dando testimonio de Jesucristo mediante la vida personal en aquellas obras de fe y justicia a la que cada uno está llamado a realizar  

– Impulsar el crecimiento progresivo en santidad, a través de la correcta integración de estos dones carismáticos con la vida plena de la Iglesia. Esto se realiza mediante la participación en una rica vida sacramental y litúrgica, el aprecio por la tradición de la oración y espiritualidad católica y la participación en el plan pastoral de la Iglesia